Ratzinger detuvo la disolución de la fe católica, defendiendo todo lo que había que defender, pero sin conseguir cerrar el círculo. Ha refundado la relación fundamental entre fe y razón, y ha defendido tesis magníficas sobre la centralidad de Dios en la plaza pública. Sin embargo, en algunos juicios que hizo sobre la modernidad, como sobre la Ilustración, no fue igual de convincente. Es fundamental analizar su pensamiento. Presentación del libro Capire Benedetto XVI. Tradizione e modernità ultimo appuntamento (Comprender a Benedicto XVI. Tradición y modernidad, última cita), Cantagalli, Siena 2021 [Es posible adquirirlo escribiendo a info.ossvanthuan@gmail.com ].

 

Entender a Benedicto XVI es una exigencia del pensamiento y de la fe. En él, la tradición y la modernidad se han dado una última cita. Detuvo (como un Kathecon) la disolución de la fe católica, defendiendo lo que había que defender y reafirmando lo que había que reafirmar, pero sin conseguir cerrar el círculo y proteger a la nave de la tormenta. Hay quienes dicen que fue derrotado en todos los frentes y que el modernismo se impuso al final; hay quienes afirman que el resultado era inevitable, dado que incluso su pensamiento, en el fondo aunque no en todo, dependía de las res novae de una modernidad negadora de la tradición. En cambio, hay quienes piensan, como yo, que Benedicto XVI ha indicado muchos puntos fijos en clara oposición a la tendencia que tiene el modernismo de disolver la Iglesia en el mundo y la trascendencia en la historia, pero que no completó el trabajo que esos mismos puntos fijos por él establecidos requerían para la coherencia interna. Ha dicho mucho, pero no lo ha dicho todo. Su pontificado ha quedado incompleto, no solo por su renuncia, sino también desde el punto de vista del pensamiento teológico. Sacó a la luz muchos problemas, pero no llegó a dar la solución.

Es fundamental analizar el pensamiento teológico de Benedicto XVI. Al hacerlo, se acaba analizando mucho más. Su teología es el fruto supremo de todo el período conciliar y postconciliar: evaluarla en su conjunto significa evaluar también todo este período. Hacer un balance sobre él significa entender por qué tantas verdades que ha dicho luego resultaron mal. ¿Por qué la teología de la liberación, que había condenado, fue rehabilitada después? ¿Por qué el “Atrio de los Gentiles”, que él entendía de una cierta manera, ha acabado en las iniciativas mundanas y radicalizadas de Ravasi? ¿Por qué no se ha mantenido el diálogo con el pensamiento laico (los “ateos devotos”) basado en el concepto de “laicidad abierta” y se ha impuesto en cambio un laicismo exasperado? ¿Por qué si él decía que las religiones pueden estar “juntas para rezar” pero no para “rezar juntas”, ahora se hace lo contrario? ¿Por qué ya no se habla de principios no negociables ni de derecho natural? ¿Por qué la fe, que él decía que era “un ser”, se vuelve líquida con la prevalencia de un discernimiento mal entendido hecho en conciencia? ¿Se equivocó en todo? ¿O fue él mismo cómplice? ¿O, como yo creo, hizo un gran intento pero luego no lo llevó a cabo? ¿Tenía en su pensamiento unos requisitos que no fueron completamente satisfechos? ¿Podemos partir de ellos para recuperar algunas piezas perdidas y poner orden en el gran problema de la relación entre tradición y modernidad?

Benedicto XVI ha fundado o refundado la relación esencial entre fe y razón con su centralidad del Logos. Su discurso en la Universidad de Ratisbona vale todo un pontificado. Para él, cuando la razón se desprende de la fe acaba limitándose y cayendo en el relativismo (que luego se convierte en dictadura). En este ámbito sus enseñanzas son de extraordinaria importancia. Sin embargo, su juicio sobre la modernidad, es decir, sobre el momento en que ese desprendimiento se produce por primera vez y con consecuencias desastrosas, no es tan claro. Sus críticas al racionalismo de la filosofía moderna son variadas y profundas, pero no van a la raíz. Si en muchas ocasiones critica la modernidad, en otras la exalta. Por ejemplo, aprecia la Ilustración y en su discurso ante el Parlamento alemán en 2011 hace depender del cristianismo la Ilustración, la Declaración de los Derechos Humanos y la propia Constitución alemana. Distingue entre una Ilustración radical y una Ilustración liberal sin tener en cuenta, sin embargo, que ambas son una amenaza para la fe. Sus repetidos elogios a la solución estadounidense de la relación entre política y religión no convencen del todo.

Respecto a la centralidad de Dios en la plaza pública, el pensamiento de Benedicto XVI tiene unos rasgos formidables, al sostener con valentía textos que la teología conciliar considera superados a pesar de que son verdaderos y pertinentes: “Quien defiende a Dios defiende al hombre”, “sólo quien conoce a Dios conoce la realidad y puede disponer de ella de manera adecuada”, “quien excluye a Dios de su horizonte falsea el concepto de realidad”. Declaraciones que harían temblar a un Rahner resucitado. En el Westminter Hall de 2010 dijo que no solo existen “los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y de religión, sino también el papel legítimo de la religión en la esfera pública”, reafirmando así el papel público del Dios cristiano, como Creador y Redentor. Al final, sin embargo, la contribución de la religión (y de la Iglesia) se reduce a fundar las exigencias morales de la política, excluyendo así una relación con las necesidades religiosas, que vivirían solo en las conciencias de los creyentes y no en las instituciones y las leyes.

Todos estos problemas (y más) se pueden resumir en la imagen del Barón de Munchausen. Este se cayó en un pantano, pero no se preocupó porque lo único que tenía que hacer era agarrarse del pelo y tirar hasta la orilla. La grandeza del pensamiento de Benedicto XVI radica en haber desarrollado una crítica a esta pretensión, que es la pretensión de la modernidad, sin por ello conseguir completar la jugada.

Stefano Fontana

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N.B. – Las reflexiones aquí expuestas están tratadas en profundidad en el libro recientemente publicado de Stefano Fontana: Capire Benedetto XVI. Tradizione e modernità ultimo appuntamento (Comprender a Benedicto XVI. Tradición y modernidad, última cita), Cantagalli, Siena 2021, pp. 120. Es posible adquirirlo escribiendo a info.ossvanthuan@gmail.com

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Stefano Fontana
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Direttore dell'Osservatorio Card. Van Thuận