El Arzobispo Mons. Giampaolo Crepaldi escribía en su libro “La Dottrina sociale della Chiesa. Una verifica a dieci anni dal Compendio (2004-2014)” (“La Doctrina Social de la Iglesia, una verificación diez años después del Compendio” (Cantagalli, Siena 2014): «En mi opinión, el pensamiento que influye con más fuerza en la crítica a la Doctrina Social de la Iglesia es el de Karl Rahner. Si lo examinamos en detalle, muchos de los teólogos que han criticado y desarrollado recorridos alternativos a la Doctrina Social han sido estudiantes suyos. Rahner reflexiona siguiendo el pensamiento de Heidegger, es decir, fuera del contexto de una filosofía cristiana y fuera, también, del contexto trazado por Fides et ratio de San Juan Pablo II. Esta encíclica da algunos nombres, a título de ejemplo, de filósofos cristianos y Heidegger no figura entre ellos. Para Rahner, Dios es un “trascendental existencial”. Esto significa principalmente dos cosas: que todos los hombres son Dios, porque Él es su dimensión apriórica, el horizonte no cognoscible y no clasificable de su subjetividad y libertad, en práctica, de su ser personas; y que a Dios se accede siempre dentro de nuestra conciencia. No se conoce a Dios, pero es consciente y existencialmente realizable como horizonte de todo significado.

Esto sitúa la fe dentro de un contexto histórico, que no es un conocer sino un hacer experiencia existencial de un horizonte que no se puede trascender. En esto consiste, para él, la transcendencia. Ya no hay ateos y creyentes, sino que todos están dentro de este horizonte y se acompañan recíprocamente en la interpretación de la vida. Alguno pasa de un cristianismo anónimo a uno no anónimo, es decir, tematizado y consciente, sin cesar por ello de compartir ese mismo horizonte. El bien y el mal no son claros, pues al desarrollarse toda la existencia dentro del horizonte trascendental de Dios, existen diversos niveles de bien que hay que hacer aumentar, pero nunca condenar. El hombre nunca puede saber en profundidad cuando está en situación de pecado. La Iglesia no está ante el mundo, aunque esté en el mundo, sino que se hace mundo porque comparte con éste el común horizonte existencial.

En este escenario, que he tenido que resumir en pocas líneas aún a riesgo de ser incompleto, es muy difícil hacer penetrar la Doctrina Social de la Iglesia, a no ser que se desmantele su carácter de corpus doctrinal, eliminando su valencia misionera y salvífica y entendiéndola como praxis de acogida, de escucha y de caminar juntos, pero sin la luz de la verdad que viene de fuera de este mundo, de lo transcendente. Lo transcendente, para Rahner, consiste en la dimensión transcendental existencial que, al ser la condición de cada significado, no puede ser a su vez tematizada. Es transcendente en este sentido».

De estas afirmaciones resulta la incompatibilidad de la teología rahneriana con la Doctrina Social de la Iglesia y por ello se entiende por qué todas las corrientes que se remontan a Rahner han combatido siempre, ya sea de manera evidente u oculta, la Doctrina Social de la Iglesia, también en el largo periodo -diría incluso que sobre todo entonces- en que debía ser relanzada por voluntad de los Pontífices. Ha sido una oposición sorda y pertinaz que ha causado muchos daños y que hoy parece ser vencedora. He podido confirmar esta tesis del Observatorio en mi último libro: “La nuova Chiesa di Karl Rahner. Il teologo che ha insegnato ad arrendersi al mondo” (“La nueva Iglesia de Karl Rahner. El teólogo que ha enseñado a rendirse ante el mundo” (Fede & Cultura, Verona 2017). A la luz de cuanto escrito en este libro, puede ser útil recordar aquí los puntos fundamentales según los cuales la teología que hace referencia a Rahner representa un intento de eutanasia de la Doctrina Social de la Iglesia. Con la esperanza de suscitar, así, un debate que acogeremos con placer en nuestra web.

La Iglesia en el mundo

Para que haya Doctrina Social de la Iglesia es necesario que la Iglesia no sea mundo. La Doctrina Social de la Iglesia es, de hecho, el anuncio de Cristo en las realidades temporales. Si la Iglesia se sumerge sin distinciones en las realidades temporales, la misión de la Doctrinal Social de la Iglesia, y la Doctrina Social de la Iglesia como misión de la Iglesia, se terminan. Precisamente esto es lo que afirma Rahner, según el cual la Iglesia debe dejar de querer “manipular al mundo”. La Iglesia debe ser una parte del mundo, sin pretensiones de superioridad doctrinal y de verdad.

Dios se revela en el mundo

Esto es porque Dios no se revela prioritariamente en la Iglesia, sino en el mundo, dado que se revela de manera indirecta en los acontecimientos de la existencia en cuanto horizonte primordial y apriórico que los hace posibles. La revelación de Dios no es ni cósmica ni metafísica, sino que es totalmente histórica. Dios se revela indirectamente en los hechos históricos. La consecuencia es que la doctrina -y, por consiguiente, también la Doctrina Social de la Iglesia- no es el elemento primario. Ante todo está la vida, la praxis… y después la doctrina. Esta es la razón por la que la Doctrina Social de la Iglesia está acusada de ideología y de carácter abstracto.

Dios es inmanente en la historia

Según Rahner, es necesario volver a pensar la transcendencia de Dios, pues no es de carácter metafísico, sino existencial. Dios es transcendente en el sentido que no es una cosa entre las cosas, sino que es el horizonte que hace posible nuestra visión interesada, partícipe y libre de las cosas. Transcendente para él quiere decir a priori. En este sentido, Dios no nos revela conocimientos, no nos transmite una doctrina, no nos da indicaciones… Él nos dice sólo que vivamos de manera participativa, dialogando con los otros porque Dios se revela a todos y no sólo a los cristianos.

Dios plantea preguntas y no da respuestas

La Doctrina Social de la Iglesia, a pesar de su carácter práctico e incluso experimental, tenía la pretensión de dar respuestas para el bien y la salvación de la humanidad. Pero según Rahner, Dios no da reglas, sugerencia o indicaciones. La presencia de Dios en todos los hombres consiste en el “carácter cuestionable” de estos, es decir, en la insaciabilidad que les lleva siempre a cuestionarse los nuevos resultados adquiridos. El cristiano es, sencillamente, aquel que está abierto al futuro, del que derivan todas las doctrinas teológicas del futuro y de la praxis que han caracterizado los decenios posconciliares.

Desaparecen la doctrina y la ley moral natural

La Doctrina Social de la Iglesia siempre ha mantenido que se funda sobre la revelación -es decir, sobre la doctrina de la fe- y el derecho natural. Pero en la perspectiva rahneriana ambas cosas ya no existen. La revelación no nos hace conocer verdades doctrinales, los dogmas son históricos y evolucionan, la “naturaleza” hay que reabsorberla totalmente en la historia y es un residuo metafísico del pasado.

Como se puede ver por estos breves apuntes -desarrollados de manera más adecuada en el libro citado anteriormente-, entre la teología de Karl Rahner y la Doctrina Social de la Iglesia hay una incompatibilidad absoluta. Esto explica, lo repito, por qué la primera ha sido contestada y contrastada con tanta fuerza. Pero la razón no está del lado de Rahner y del rahnerismo, a pesar de que hoy parece que prevalezca en la Iglesia.

Stefano Fontana

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